Decía "Don Roberto", amigo entrañable de Guillermo Hudson:

"He realizado muchas peregrinaciones en mi vida, a Roma, a Santiago de Compostela, a lugares famosos en todo el mundo. Jamás en ninguno de estos lugares he estado más emocionado que ahora en este humilde rancho (sic) con su techo de madera y su piso de ladrillo, sus puertas primitivas y su aire de huranía hacia todo lo moderno – gracias a Dios -"

Esta es la sensación que indefectiblemente se vivencia al ingresar en el Parque Museo "Guillermo Enrique Hudson", reserva natural que conserva el rancho donde vivió la familia Hudson, y que fue inspiración para la vasta literatura del autor.

Este blog, dedicado enteramente al autor, permite un acercamiento tanto a su literatura como a su persona.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Relato de Viaje de Fátima Romero Ayala

Siendo las 10:30 hs. del 19 de noviembre, nos hemos encontrado en la estación de la localidad de Bernal, para iniciar nuestro viaje rumbo al Museo Hudson de la actual ciudad de Florencio Varela Florencia, Cynthia, Carina, la profesora Adriana, y yo. Allá nos esperaría Juana.

12:00 hs. Habiendo salido de la estación de Bernal, descubrimos que no habíamos tomado el tren correcto. Y ¡nos perdimos! en la inmensidad pampeana. Fue entonces que Villa Elisa más que extensa fue eterna.

A las 14:19 hs. ¡Llegamos! Y Juana nos estuvo aguardando desde las 12:00 hs.
















La imagen de su amada casa, se transformó en el centro de la búsqueda de nuestros ojos. Aunque ésta no sea aquella, porque hoy es un museo que lo consagra.

Desde sus recuerdos nos cuenta "la casa en que yo nací en las pampas sudamericanas, era muy apropiadamente llamada "Los veincinco ombúes", porque había allí justamente veinticinco de estos árboles indígenas de gigantezco tamaño." (pp 4)* "Nuestra casa, de construcción larga y baja hecha de ladrillo y muy antigua, tenía la reputación de estar encantada" (pp 6)*















Ya en la casa nos estaban esperando. El director Rubén Rabera nos dió a todas la bienvenida y nos presentó a Pamela Salinas.

Terminada las formalidades, recorrí con la mirada los árboles, en busca del ombú, que siempre llevó en su memoria y del cual comenta que "es un árbol singular, ya que, siendo el único representante de la vegetación natural del suelo en aquellas niveladas planicies, y existiendo muchas extrañas supersticiones relacionadas con él, equivale a un romance en sí mismo." (pp 4)*















Me impactaron sus ramas, su exuberancia manifiesta. Sobre todo porque la tarde estaba en pleno y porque él había relatado que "a mediodía, en el verano, el ganado vacuno y las ovejas, de las cuales teniamos gran número, acostumbraban descansar aprovechando su sombra" "También a los niños (...) nos procuraba la más espléndida casa de juegos" (pp 5)* Y en los cantos de los pájaros hasta parecía estar jugando todavía entre sus copas.














¡Qué hermosa complacencia! también pude ver a ese famoso árbol sobre el que escribiera "además de los famosos veinticinco ombúes, creció allí otro árbol de diferente especie (...) conocido por el vecindario con la denominación de 'El Árbol' ".














A las 14: 35 hs. nuestra guía, Pamela Salinas, nos puso a tono con algunos detalles, antes de iniciar el recorrido por el interior de la casa.














Inmediatamente después iniciamos el recorrido por dentro, hoy museo. Un lugar lleno de retratos que además alberga una espléndida reliquia que muestra parte del techo original de la casa.














El museo guarda muchos tesoros de este tipo. Los cuales hemos observado con detenimiento. Luego, Pamela nos condujo hacia el arroyo Las Conchitas.

A las 15:48 hs. emprendimos la búsqueda del arroyo; situada detrás de la casa (pp 6)*














Mientras caminábamos hacia el arroyo la naturaleza se abría en el horizonte. Lleno de espacio verde y cielo, tanto que todavía sobrecoge la inmensidad pampeana.















De pronto llegamos a un hilo de agua. Pues, del profundo arroyo recordado por Hudson, sólo queda este hilo fresco que apenas marca el sitio para recordarnos aquella otrora exuberante existencia. La sequía casi no deja nada.














16:08 hs. Casi sin darnos cuenta, habíamos culminado el recorrido por el terruño de Hudson. Pero, como una costumbre obligada nos tomamos un descanso antes de volver al Museo.
















Fue grato estar en un lugar tan lleno de recuerdos. Allí, Pamela nos comentó que el arroyo visitado fue un obstáculo para la invación inglesa de 1806. Nuevamente iniciamos un recorrido por sus memorias, y ésta continuó en una charla amena con el director Rubén Ravera, mientras el sol invitaba a retirarnos.

El viaje de regreso, en contraste con el de ida, fue ameno y amable.


*Guillermo Hudson, "Allá Lejos y Hace Tiempo". Edición conmemorativa del Parque Hudson. Buenos Aires Books. 2008. Argentina.

La Tierra se Alegra con las Flores en Primavera.


“Nuestros poetas, que no se expresan científicamente, sino en el lenguaje de la pasión, aseguran que el sol se regocija en el cielo y se ríe de la tormenta, que la tierra se alegra con las flores en primavera y que los campos son felices en otoño, que las nubes se enojan y lloran, y el viento suspira y se ‘queja al pasar’. Cuando así se expresan, no lo hacen metafóricamente, como nos enseñaron, sino en momentos de emoción; cuando volvemos a las condiciones primitivas de la mente, la tierra y toda la naturaleza, están vivas, son inteligentes y sienten como nosotros”.
Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.

Relato de Viaje de Juana Casco

La fecha asignada para visitar el museo Guillermo Hudson fue el día 19/11/2008. Mientras esperaba en el parque a la profesora Adriana De Miguel y a mis compañeras Carina, Cyntia, Fátima y Florencia, tuve el placer de recorrer con la mirada el lugar, muchos ombúes, árboles autóctonos, como el tala: en la entrada hay uno añejo.

Apreciar con los oídos el canto de los pájaros, loros y otras variedades y lo más importante, la paz del lugar. Llegó el grupo e inmediatamente la guía Pamela y el director Rubén nos recibieron con amabilidad. Pamela nos relató que Guillermo E. Hudson nació el 4 de agosto de 1841, en la estancia “Los 25 ombùes”, a orillas del arroyo “Las Conchitas”, por aquella época distrito de Quilmes (hoy Florencio Varela), pcia. De Buenos Aires, Argentina.

A los cinco años la familia se traslada a Chascomús, en la finca “Las Acacias”. En sus años jóvenes observo detenidamente la naturaleza y cada una de las aves, mas tarde fue el primer defensor contra la depredación de las especies.

Siendo muy joven contrajo una enfermedad llamada fiebre reumática. No fue un científico con formación académica su obra se baso en lo que pudo observar alrededor suyo.

Ya muerto sus padres a sus 33 años decide embarcarse a Inglaterra para no regresar nunca más a su país natal. Antes de dedicarse a la literatura fue un apasionado coleccionista de aves (ornitólogo): “ni la fascinación de las viejas leyendas ni el deseo del desierto lo que me atrajo, ni imaginé las cosas extrañas que me enseñaría y con que fuerzas quedaría su recuerdo grabado en mi espíritu. Nada de eso me llevo allí si no la pasión por la ornitología”*. Como tal contribuyo con importantes aportes al museo de Gran Bretaña y Estados Unidos. Emprendió una carrera literaria que lo colocó en los primeros puestos de lengua inglesa de sus tiempos.

En Londres se casó con una mujer un poco mayor que él, permaneció hasta la muerte con ella. Hudson se reconoció perteneciente a las castas pobres, esto no le impidió seguir escribiendo, toda su producción literaria fue escrita en ingles, publica entre otras su obra cumbre “Allá lejos y hace tiempo” auto biografía donde evoca los días de su niñez en la pampa Argentina.

La sociedad británica lo reconoce y pasa a formar parte de famosas instituciones, comienza a ganar dinero y prestigio. Es un referente para ornitólogos, zoólogos y coleccionistas amantes de los pájaros, murió en Londres, en agosto de 1922, sus restos y los de su esposa yacen en el cementerio Worthing al norte de Londres.

Una vez finalizada la visita guiada y la charla que amablemente nos brindó el director del museo, volvimos por rutas diferentes para cumplir con asignaciones también diferentes.

*Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.

Mi Hogar, un Árbol que Crecía Hasta las Nubes.



“Mi hogar, le dije, está en las pampas de Buenos Aires (…) Le expliqué que quedaba en una gran llanura cubierta de pasto, que allí no había río y que cuando montaba a caballo no tenía que subir ni bajar a los valles, sino galopar rectamente en cualquier dirección, norte, sur, este u oeste. Me escuchó parpadeando de asombro y, luego, salió con una risa alegre a reunirse con los otros niños, que estaban jugando. Fue como si le hubiera dicho que yo vivía sobre un árbol que crecía hasta las nubes, o debajo del mar, o cualquier otra cosa inverosímil; para él aquello era nada más una broma”

Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.

Relato de Viaje de Florencia Tomni Clode

La travesía comenzó a las 11.30 am del miércoles 19 de noviembre. Nos reunimos en la estación de Bernal, Carina, Cynthia, Fátima, Adriana y yo. En destino encontraríamos a Juana, pero con casi dos horas de retraso, ya que equivocamos el camino.

Cuando finalmente llegamos, a las 14:30 hs, encontramos al Director Rubén Ravera, y a la guía, Pamela Salinas. El recorrido por el Parque comenzó casi enseguida, comenzamos la caminata, guiadas por Pamela.

En primer lugar ingresamos en lo que fue la casa de los Hudson, dentro de la estanzuela de “Los 25 Ombúes”, donde nació Guillermo. El “rancho”, una pequeña construcción de apenas tres ambientes, albergó al matrimonio Hudson con sus seis hijos y aproximadamente 300 libros, pertenecientes a la biblioteca personal de Carolina, madre de Guillermo.

Una vez allí pudimos apreciar distintos cuadros con retratos y paisajes, así como fotografías, no solo de Guillermo, sino de varios miembros de la familia Hudson, y también de algunos de sus amigos. Además de las fotografías, en las distintas vitrinas que llenan el rancho pudimos ver documentos tales como el certificado de matrimonio de los padres de Guillermo, Daniel y Carolina. Hay también material epistolar, y ediciones antiguas e incluso primeras ediciones de varias obras de Guillermo, en diferentes idiomas (entre ellos el japonés).

Dentro del rancho hay también especimenes animales y fotografías de aves, digno del hogar de un naturalista; y, por otro lado, un trozo del techo original del mismo. En un principio, el rancho había tenido techos de paja, pero Daniel construyó, con sus propias manos, un techo de madera para su familia. Se conserva solo un trozo, gracias a un vecino que lo encontró casualmente, y guardó con cuidado, tiempo antes de que el Parque se constituyera como tal.

Luego, comenzamos el recorrido por lo que sería el “campo” y bajamos hasta un punto desde el cual puede apreciarse que el rancho está construido, como bien decía Guillermo, en lo más alto de una loma. Así, con el horizonte en diagonal, comenzamos nuestra caminata hacia el arroyo “Las Conchitas”.

Del arroyo, que en su momento impidió el paso a los ingleses debido a su profundidad, queda solo un pequeño corredor de agua, el cual, lamentablemente, puede ser cruzado de un simple y pequeño brinco.

En seguida retomamos la caminata. Tomamos asiento en unos bancos también hechos de troncos y pudimos admirar unos trigales todavía verdes y un molino de viento. Por ese mismo lugar habían intentado pasar los ingleses; y allí se realizaban las ruedas de gauchos donde la historia de cómo los ingleses no pudieron atravesar el Arroyo llegó a oídos de Guillermo.

El recorrido había llegado a su fin, y nos encontrábamos en el SUM (Salón de Usos Múltiples). En una mesita, situada en la parte de afuera, pudimos conversar, esta vez, con el Rubén. Pamela, por suerte, nos ofreció unos mates, y compartimos en el clima más ameno una conversación sumamente enriquecedora sobre Guillermo.

Hablamos sobre los visitantes que recibe el Parque asociados a la figura del escritor, sobre las personas que se acercan a colaborar con la organización del mismo, sobre las obras de arte relacionadas con la ecología que allí pueden apreciarse, y sobre nuestro objetivo en el lugar: realizar un viaje luego de dedicarle un año a la literatura de viajes, y ahondar en la vida de Guillermo.

Hablamos de sus obras, su vida, su familia, su vocación y nato talento como naturalista, ornitólogo y conservacionista; y conversamos, incluso, sobre los posibles motivos de su “exilio voluntario”, debatiéndonos entre el alejamiento de su familia, con sus padres ya fallecidos y sus hermanos casados; y la terrible fiebre reumática, y aflicciones cardíacas.

Pero, tal vez, lo que verdaderamente lo haya impedido de regresar a Argentina, a las pampas sobre las que tanto había escrito y a las que tanto había amado, no haya sido la pérdida de sus vínculos familiares o el haber formado familia en Inglaterra.

Sino que la terrible pérdida del paraíso que supo encontrar en la pampa, un territorio que lo recibió virgen, pero que, de regresar, encontraría atravesado por la mano devastadora del hombre, la naturaleza, humanizada, lo rechazó, reteniéndolo allí, en la lejanía, aferrado a los recuerdos de “Allá Lejos y Hace Tiempo”.

18.30 pm. El tiempo había volado, y debíamos regresar, volando, a nuestros hogares. Afortunadamente, no debimos realizar una nueva travesía, sino que el Rubén y Pamela se ofrecieron a llevarnos. En cuestión de milagrosos minutos, quizás unos 40, nos encontramos en Bernal, a las puertas del Paulo Freire, felices con la aventura que emprendimos movilizadas por la literatura de viajes.

El Pájaro y el Árbol Conocieron la Pureza de su Espíritu.



“- ¡No sopla ni una ráfaga de viento – exclamó - y sin embargo tiemblan las hojas de los árboles! ¿Qué puede presagiar esto?

Los otros miraron fijamente las ramas, pero, como no percibieran ningún movimiento, empezaron a reírse, mofándose de él. Inmediatamente volvió a sentarse, manifestó que el temblor había cesado y se quedó, al parecer, muy preocupado durante el resto de la noche. Repetidas veces hizo notar que nunca le había sucedido una cosa semejante, porque, afirmaba, él podía sentir hasta la más leve brisa antes de que las hojas la percibieran, y no había soplado el viento”.

Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.

Relato de Viaje de Cynthia Ayala

El día miércoles 19 de noviembre, emprendimos una aventura hacia el pasado, mi profesora Adriana de Miguel encargada de la materia EDI y mis compañeras de 2º año del profesorado de Lengua del Instituto Paulo Freire.

El punto de encuentro fue en Bernal de allí sacamos el pasaje en la estación con destino a Florencio Varela. Según la información que teníamos debíamos tomar el circuito La Plata y no el de Temperley.

Bueno, al llegar a Villa Elisa nos percatamos (gracias a un mapa de los ramales) que habíamos tomado el circuito equivocado. Mis compañeras y yo, casi entramos en pánico pero, por suerte, podíamos revertir nuestra situación. Nos bajamos en la estación de Villa Elisa, esta parada nos permitió tomar algunas fotos y preguntar acerca del recorrido correcto. A todo esto eran las 15:00 hs. En la estación nos informaron que debíamos tomar el circuito Bosques-Quilmes y bajar en Berazategui y una vez allí bajar en la estación de Varela.

Una vez llegadas a la estación de Berazategui, nos tomamos fotos para nuestro blog y la profesora consiguió después de varios intentos comunicarse con el director del Parque, les dio algunas indicaciones y una de ellas fue bajarnos en Zeballos, una estación antes de Florencio Varela.

Tomamos el circuito correcto bajamos en Zeballos y luego nos comunicamos con una remisería para poder llegar sin más obstáculos al Parque. Al encontrar la remisería nos llevo al lugar que le indicamos hicimos todos los intentos posibles para poder entrar 4 en la parte trasera del auto y la profesora delante. Tuvimos tantos problemas de comunicación hasta con el remisero quien se suponía sabía donde quedaba el Parque.

Nos quedamos tranquilas al saber que ya estábamos en el remis y contar con este buen hombre que nos llevaría a destino .El problema, era que el remisero parecía ser de otro país, ya que también desconocía el lugar exacto. Llegamos a una casa quinta, que pensamos que era el Parque pero resulto ser una casa familiar.

Nuevamente el remisero nos condujo, ahora sí, al lugar correcto. Al llegar a destino nos encontramos con una hermosa casa quinta rodeada de una entrada con abundantes árboles.
Juana, nuestra compañera, había decidido ir por sus propios medios ya que vive más cerca de esa zona. Juana nos estaba esperando desde las 12 del mediodía y nosotras llegamos a las 16.30 aproximadamente.

Al llegar nos recibió amablemente Pamela, la guía de nuestra visita y Rubén, el director del Parque. Preparamos nuestras cosas y nos hicieron pasar a una especie de salón de invierno o salón cerrado en la que se encontraban chicos dibujando, junto con un docente de artes plásticas.

Allí comenzó nuestro recorrido por el Parque. Pudimos disfrutar de una interesante charla dada por Pamela que además de ser licenciada en Cs. de la Educación también hizo una tecnicatura en medio ambiente lo que nos proporcionó ayuda extra para entender algunos cambios de la naturaleza del lugar.

Luego de recorrer el lugar y disfrutar de la tarde, nos dirigimos a sentarnos en unos bancos con la compañía de Rubén. Allí se originó una reunión muy amena junto con los mates que nos ofreció Pamela.

Rubén nos contó acerca de Hudson y otros condimentos de su vida que generalmente no aparece ni en una enciclopedia virtual ni en ninguna biografía. Nos comentó acerca de las amistades de Hudson, su relación con su hermano en Córdoba y su relación amorosa con la mujer que la acompañó hasta el día de su muerte. También nos informó acerca de las actividades y nos repartieron folletos con las actividades culturales que propone el museo.

Nosotros le comentamos a ellos, el objetivo de nuestra materia: el EDI. La misma consta en tener como producto un proyecto grupal en común, en este caso informarnos sobre literatura de viajes e informarnos, sobre este escritor argentino de habla inglesa que dedicó parte de su obra a describir el paisaje de la Patagonia y La Pampa.

Llegada las 18.30 hs aproximadamente, comenzó a caer la tarde y decidimos retirarnos del Parque. Muy amablemente Rubén y Pamela se ofrecieron a llevarnos a distintos destinos para hacer más corto el viaje de vuelta hacia nuestras casas.

Nos dividimos en dos grupos. Rubén llevo en su camioneta a Carina y Juana, mientras que Pamela nos acercó hasta la estación de Berazategui a Florencia, Fátima, la profesora Adriana y yo. De allí tomamos el tren hasta la estación de Quilmes, ahí nos bajamos Fátima y yo. Florencia y Adriana siguieron hasta Bernal.

Podría agregar que fue toda una experiencia con sus ventajas y pormenores, debido a nuestra falta de orientación. En cuanto a lo aprendido, la reunión y estar al tanto de ciertas perlas de la interesante vida de este autor, valió la pena emprender este tipo de viaje hacia el pasado y ser parte del paisaje que una vez Hudson observó y recordó con nostalgia desde Inglaterra.

¡Al fin, la Patagonia!




¡La Patagonia estaba allí, por fin! ¡Cuán a menudo la había visto en mi imaginación! ¡Cuántas veces había deseado ardientemente visitar ese desierto solitario, no hollado por el hombre, para descansar en la lejanía de su paz primitiva y desolada, apartado de la civilización! ¡Allí estaba, completamente abierto ante mis ojos, el desierto intacto que despierta tan extraños sentimientos en nosotros; la antigua morada de los gigantes, cuyas pisadas impresas en la playa asombraron a Magallanes y a su gente, y le valieron el nombre de Patagonia!”

Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.

Relato de Viaje de Carina Sáez

Siendo las 11:30 hs del 19 de noviembre, nos encontramos en la estación de la localidad de Bernal, para comenzar nuestra crónica de viajes Cyntia, Florencia, Fátima, Adriana nuestra profesora; Juana nos esperaba allá. Lamentablemente tomamos a las 12 hs el tren equivocado, entones decidimos bajar en Villa Elisa para retomar el viaje hasta la estación Berazategui.

Esperamos el tren una eternidad!!! Llegamos a Berazategui y luego viajamos hasta la estación Zeballos, al llegar tomamos un remis que nos alcanzó hasta el Museo Histórico Provincial “Guillermo enrique Hudson”.

A las 14:19 hs llegamos con mucho calor, ¡Juana nos había estado aguardando desde las 12hs del mediodía! ¡Nunca imaginó lo que nos había sucedido!

Luego la profesora Pamela nos indicó donde reunirnos y nos relató la historia: “en 1830 y 7840 llegaron al lugar Carolina y Daniel Hudson, éstos decidieron desde Inglaterra venir a la pampa (época de Rosas) ésta zona le pertenecía al hermano de Rosas, éste le vende a Daniel Hudson una estancia que se la denominó ‘Los 25 Ombúes’.

Los Hudson tuvieron hijos, se dedicaron al ganado y al comercio, él era muy honesto pero poco hábil con los negocios. Eran una familia de lengua inglesa, sus niños habían aprendido el español más fácilmente. Guillermo Enrique Hudson nunca escribió en castellano, éste leía, y escribía en ingles y manejaba el español en forma oral.

Guillermo Hudson, naturalista, ornitólogo, fue un gran observador de la naturaleza.”
La profesora Pamela. Al terminar de relatarnos un poco la historia de Hudson. Nos llevó hacia el ranchito (casa natal), actualmente museo, donde pudimos apreciar algunas de las obras y colecciones importantes del autor.

Luego nos dirigimos hacia el arroyo “Las Conchitas” que se encontraba detrás de la casa, y observamos el vistoso paisaje pampeano finalizando el recorrido.

Museo Histórico Provincial "Guillermo E. Hudson".



Al fallecer Guillermo, su amigo y admirador, el Dr. Fernando Pozzo, crea una “Asociación de Amigos”. Asociación que, tiempo después, y tras difundir la memoria del escritor, recibe la donación del solar natal de Guillermo, que se encontraba en ese momento en las antiguas tierras del Vizconde Davidson. Luego, es declarada "Reserva Natural" por la Ley 12.584 de la provincia de Buenos Aires.


Actualmente la Reserva Natural abarca 54 hectáreas. Por el predio pasan los arroyos “Las Conchitas” y “Santo Domingo”, y tiene una amplia variedad de ecosistemas con animales y plantas nativas, manteniendo el paisaje como lo viera Guillermo durante su infancia y juventud.

Director: Rubén Ravera.
Coordinadora de Visitas Guiadas: Pamela Salinas.

Guillermo E. Hudson, Biografía.



Guillermo Enrique Hudson nació el 4 de agosto de 1841 en la estancia “Los 25 Ombúes”, en aquel entonces, partido de Quilmes, hoy, partido de Florencio Varela, en Buenos Aires.

Sus padres, Daniel Hudson y Carolina Augusta Kimble (matrimonio estadounidense emigrado a Argentina en el año 1837), se dedicaron a la cría de ganado ovino. El matrimonio se vio bendecido por la llegada de seis hijos, cuatro varones y dos niñas, siendo Guillermo el cuarto. A los cinco años de Guillermo, la familia se trasladó a la finca “Las Acacias”, en Chascomús.

Creció Guillermo entre los paisajes del campo argentino, rodeado por la entonces virgen naturaleza, que fuera más adelante inspiración para muchas de sus obras literarias, así como para su naciente espíritu naturalista y conservacionista. Considerado el primer ornitólogo argentino, colaboró con diversas instituciones internacionales dedicadas a la materia, entre ellas el Smithsonian Institute, en Washingtone, y la Zoological Society (Sociedad de Zoología) en Inglaterra; dónde participó, como miembro fundador, de la naciente Bird Protection Royal Society (Sociedad Protectora de Aves). Hasta el día de hoy se destacan sus aportes a esta disciplina.

Años más tarde, en 1834, a los 33 años de edad, muertos sus padres y casados todos sus hermanos, Guillermo viaja a Inglaterra, donde inicia su carrera literaria. Allí conoció a quién sería su esposa, la dueña de la pensión dónde se hospedaba, Emily Wingrave, una cantante lírica años mayor que él.

Si bien sus primeras obras no constituyeron éxitos editoriales, tal es el caso, por ejemplo, de “The Purple Land” (“La Tierra Purpúrea”, 1885), hacia principios de siglo es aceptado en el círculo tradicional de la sociedad británica, ingresando en prestigiosas instituciones, a la vez que logra no solo ganar cierto dinero con su trabajo sino también el reconocimiento de importantes escritores contemporáneos.

Guillermo fallece el 18 de agosto de 1922, tras escribir su obra cumbre, una nostálgica autobiografía, “Far Haway and Long Ago” (“Allá Lejos y Hace Tiempo”). Sus restos descansan, junto a los de su esposa, en el cementerio de Worthing, Londres.